Basta de retórica absurda: es la hora de demostrar lo que valemos.
Con esta frase ha despertado mi gastado cuerpo esta mañana. Hoy es el día de comenzar mi entrenamiento personal, de regresar a los duros entrenamientos que hicieron de mí un hombre cuando sólo era un niño. Mi objetivo es claro: quiero volver a ser un indiscutible ídolo de la liga maristas. Lejos quedán ya los días en los que el malogrado Jose Luis Gironda colocó mi nombre en el cuadro de honor de la liga interna del instituto, como mejor delantero de 3ª.
Mi regreso a la cumbre conlleva un sacrificio que estoy dispuesto a asumir, sobretodo por el resto de mis compañeros, quienes carentes de un jugador con carisma, corren por el campo como pollos sin cabeza.
Y como el destino es caprichoso, el programa de "personal training" que voy a seguir, lo descubrí precisamente en una de esas noches en las que, trasnochado, llegaba a casa más allá de las seis. Sin nada que ver, y en búsqueda de algún trozo de muslo con el que aliviar mi mal, encontre mientas pasaba canales sin sentido este fantástico árticulo de teletienda: "Billy's Bootcamp". Apostaría mi Bota de Oro que más de uno ya lo conoce.
Antes de ir a casa pasaré por el Decathlon para comprarme unas mallas macister con las que comenzar a disfrutar del primer DVD. Hoy comienza mi subida a los cielos.
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