Mon-chito

Hoy he pasado por el quirófano.

Al fin, el doctor Pérez Albacete ha colocado mis implantes en el hueco del premolar y mi marcha hacia el número uno es un viaje sin retorno, caiga quien caiga. Pero debo no cometer los mismos errores que antaño produjeron mi caída al mundo del alcohol y de la droga.

De esta manera, tengo que asumir la idea, mil veces gritada por mis compañeros, de que un equipo no lo construye un solo jugador. Por este motivo, mi camino hacia el éxito debe ser de la mano de mis amigos, sobre todo de ese gran 9, sicario del área que triunfó como máximo goleador y con quien tuve, durante años, una especial sintonía dentro y fuera del terreno de juego.

Sin embargo lejos quedan ya esos días. Ahora dejamos la química para la barra de los bares, y la verdad, cada vez con menos gracia... Sirva por tanto esta publicación para motivar la mejora y la vuelta a las grandes plazas de ese a quien un día llamaron Jancker, y desterremos por fin a ese Mon-chito, parodia de si mismo, quien profanaba este verano algo tan sagrado como un calzón de fútbol.