Tocando el cielo

Hoy ha sido un día de aplausos.

Al fin, la sucesión de elementos motivadores han dado el resultado pretendido, y hoy, sobre el piso del nuevo pabellón maristeño, hemos visto no sólo a un conjunto, sino a un buen grupo de amigos.

El partido ha sido, prácticamente, un manual del buen hacer en el fútbol sala, y el espíritu crítico que hizo nacer esta página, no puede en esta tarde de noviembre, nada más que quitarse el sombrero ante todos y cada uno de los jugadores de este bendito equipo.

Esta mañana, todos jugamos para los demás, y quizá esa haya sido la clave principal de esta victoria. Ningún jugador ha estado fuera de sintonía en ningún momento del encuentro, y el resultado expresa con justicia la consecución de uno de esos “partidos perfectos” que rara vez se producen: muy bien en ataque, con nueve tantos, y casi perfecto en defensa al encajar un solitario y desafortunado gol. Felicitación en particular a nuestro querido arquero quien es el responsable, no ya de la victoria, sino también de la abismal diferencia entre el marcador de ambos equipos, y en general al resto de mis compañeros a los que también quisiera darles las gracias por tan bello espectáculo deportivo.

Esta noche, salgan por ahí a celebrarlo. Son jóvenes todavía.