Entiendo que algún kilo de más se coló, sin intención por nuestra parte, en algún lugar de nuestros esbeltos cuerpos de deportistas de alto nivel, y que todavía algunos estemos con el dulce sabor de uvas y polvorones en lo que el alcohol nos dejó de paladar...
Pero cuando un amigo como Narros se va a Toledo, y además a clavarle agujas en el cuello a unas ovejas, no podemos inventar escusas, hablar de momentos poco idóneos deportivos, ni del vertiginoso lugar que ocupa nuestro rival en la tabla marcelina.
El sábado démosle una alegría a ese brujo de Nartok, y que por una vez sea feliz con la mandarina mecánica (a pedales, sobre todo los del viernes de algunos, pero mecánica).
Va por usted, maestro.
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